A la cita de carácter abierto no llegó ninguna autoridad y a las familias las acompañó el obispo de Iquique, monseñor Marco Antonio Ordenes, y la sicóloga de la Fundación Amparo y Justicia, Yazna Guerrero.
La veintena de personas cantaron, oraron y se dieron la paz con emotivos abrazos, para después secar sus lágrimas y cada uno de los asistentes recibió un prendedor rosa y blanco que indicaba: “Su ausencia ha dejado un inmenso vacío. Para los que las queremos no dejarán de existir jamás”.
Natividad Moena, madre de Viviana Garay, llegó al lugar y señala que pasa con licencia médica por depresión y nunca ha superado el trauma, pese a que se apoya con las otras familias. Criticó que “todas las autoridades desaparecieron y se olvidaron del tema. Los únicos que siguen con nosotros son los de la Fundación Amparo y Justicia”.
El padre de Macarena, Juan Sánchez, considera que sólo con la muerte de Julio Pérez podrán cerrar el ciclo de dolor e hizo un llamado a reinstaurar la pena de muerte porque estima que es la única forma de intimidar a los delincuentes, “porque después aprenden el sistema carcelario y empiezan a ganar beneficios”.
Magaly Lefno, madre de Ivonne Carrillo, asegura que le queda poco tiempo de vida y lo único que desea es ver frente a frente a Pérez para que le cuente lo que pasó. Ella ayer llegó a las 7 de la mañana al mausoleo para limpiarlo, puesto que en las noches el lugar es usado como dormitorio por antisociales y lo ensucian. Debido a lo anterior, en los próximos días instalarán una reja.
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