martes, abril 26, 2011

Colegios luchan contra la droga y entregan esperanza

Con más ingenio que recursos los colegios municipalizados de Iquique luchan contra los narcotraficantes y tratan de evitar que los niños caigan en adicciones. Los métodos van desde la “tolerancia cero”, pasando por el diálogo constante, hasta la realización de ejercicios para que los menores literalmente lleguen sólo a dormir a sus casas.
El Liceo Luis Cruz Martínez está bajo la estricta mano de su directora Luisa Santibáñez Carmerino, quien recorre los pasillos como si se tratara de su casa y se impone a sus 1.160 alumnos. La mayoría viene de sectores vulnerables y ella lo sabe, por lo cual inventa proyectos y alianzas con empresas para ofrecer educación de calidad y carreras técnicas. “Los niños saben que si terminan tendrán trabajo asegurado y les ofrecemos una esperanza. Eso es lo que necesitan”.
Confiesa que hay casos de venta y consumo, pero son fácilmente pesquisados y les hace seguimientos. “Por la ley 20 mil estoy obligada a denunciarlos y llamamos a sus padres y a la PDI. Se les apoya con orientadores y si es necesario se les cambia de colegio para cortarles sus contactos”, explica la docente, quien agrega que los perfiles son típicos: familia disociada, padre o madre en la cárcel, problemas económicos “y una señal de ello es que a veces lo único que comen los menores es lo que reciben en la escuela, por lo cual el tema va más allá. Aquí hay mano dura, acompañamiento y una posibilidad de cambio. El que es inteligente se da cuenta y cambia”.
Para mejorar el trabajo, con los mismos recursos del colegio compraron radios de comunicación para acudir en grupo a fiscalizar a un alumno sospechoso, además la directora tiene un correo electrónico especial para recibir denuncias que después son investigadas con absoluta reserva, sumado a reuniones mensuales con los apoderados.
“También tenemos contacto constante con Conace, Sename, la Corporación Municipal y la PDI. Lo ideal sería también tener apoyo con terapeutas, con un sicólogo y una asistente social, además de mayor recurso humano para estar más cerca de los alumnos”.
Respecto al secreto del éxito para evitar el tráfico y consumo, señala que no sólo es la tolerancia cero sino que “la gran fortaleza son las carreras técnicas que tienen demanda en la mercado laboral. Los que estudian técnicos en minería y en enfermería son recibidos de inmediato y tienen trabajo. Esa esperanza de cambio es la clave: hay que darles esperanza”.

compromiso

Una visión similar tiene el director de la escuela básica F-85 Castro Ramos, Sergio Burg, quien tiene 1.140 alumnos desde prekinder a primer medio. “Antes de matricular yo tengo una entrevista con los papás y les explico que el trabajo es en conjunto y que ellos se tienen que comprometer. De ahí, agregamos formación valórica y todos los meses hay un tema que se trata en todo el colegio, este mes fue el respeto y el pasado la amistad, entonces lo que hacemos es fortalecerlos para que tengan herramientas para discernir”.
Burg sostiene que si bien en su colegio no hay casos de consumo, las estadísticas indican lo contrario, por lo cual hay que estar atentos y destaca que hoy el tema de la droga no sea tabú y se trate abiertamente. Valora las labores preventivas de Conace, quienes los apoyan con charlas y documentos. “Gracias a esa educación una niña de 5 años nos contó que su papa había cortado el papel de una comunicación en forma sospechoso, por lo cual partió un seguimiento y avisamos a la PDI.”
Burg hace hincapié en los derechos y deberes: “este 25 y 26 de abril se hará firmar un compromiso de honor a los apoderados para que asuman responsabilidades. Esto viene con la firma del ministro de Educación y el Presidente y es la misma línea de trabajo que hemos desarrollado”.
Al ser consultado, considera que con mayores recursos y con un sicólogo sería mayor el avance, “puesto que los niños de escuelas municipalizadas son más receptivos, a diferencia de los niños de escuelas privadas o subvencionadas que son intolerantes porque saben que están pagando. Además en el caso de colegios privados los niños están igual o más expuestos porque tienen dinero para comprar”. Junto con todo ello, los profesores antes de irse a sus casas tienen como misión dar vueltas por los alrededores del colegio para ahuyentar a posibles vendedores de droga o asaltantes.

sin descanso

Otra fórmula exitosa en Iquique para rescatar niños la tiene el Colegio Deportivo, el cual funciona hace 8 años y entre sus egresados tiene al delantero de la Universidad de Chile, Edson Puch, y a los goleadores de Deportes Iquique Misael Dávila y Rodrigo Ramos.
El inspector Juan Gordillo señala que los 312 estudiantes están desde las 8 a las 16 horas, con 12 horas obligatorias de educación física en la básica y 8 en la media, a lo que suman talleres que van desde el fútbol, a la natación o el tiro con arco. Además, forman clubes y compiten en todas las ligas locales. “A los niños los tenemos ocupados todo el día, de tal forma que lleguen a dormir a la casa y no se metan en problemas. Muchos vienen de barrios conflictivos y los vamos orientando y demostrando en cada momento la importancia de la vida sana. También les damos comida especial por el gasto energético. Salen de una clase y entran a un taller, no les damos respiro y ellos ven los beneficios con viajes y victorias deportivas. Hemos ganado la Copa Coca Cola varias veces, delegaciones han viajado por todo Chile y Sudamérica, también Estados Unidos e incluso hasta el mundial de Alemania”.
Respecto al hecho de estar cerca de la población Isluga, famosa por la venta de droga e incluso el uso de armas de fuego, Gordillo señala que “por acá no andan y ni vienen, porque aquí les va mal”.
El sicólogo deportivo del colegio, Emerson Guardia, añade que en el establecimiento les cambian los modelos y “ellos lo ven en forma tangible con jugadores que hoy son profesionales, como Puch, Ramos y muchos más. Ellos pueden escoger su modelo a seguir en distintos ámbitos, pero nosotros les abrimos los ojos y les mostramos alternativas positivas”.

Narciso Donoso G.

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